10 de abril 2013
Me levanté, bueno realmente no dormí nada, debí decir me salí de la cama. El sol no había salido, yo estaba citada para llegar al hospital a las 5:00 am. Con maleta lista y nervios en el ombligo nos encaminamos mi esposo, barriga y yo. Ya estacionados, tomamos el elevador, pasamos una puertas dobles, donde nos encontramos una recepción he indiqué que tenía #cesárea programada. La enfermera me acompaña a otra puerta que me dirige a un área con camillas. La instrucción, que me desvista y me ponga una bata, si ese pedazo de papel enorme que te dan en el hospital y te dejan las nalgas al aire. Pero en esta ocasión me dejaron la barriga al aire, por lo menos me permitieron la ropa interior solo hasta que llegara mi ginecólogo obstetra. Semi sentada y casi sin aire en una camilla, con correas puestas alrededor de la cintura para monitorear #latidos, contracciones y movimientos del #bebe. Pero yo allí #Feliz escuchando los #latidos del #bebe, lo único hermoso porque el frio estaba intenso.


¡Llegó, llegó!
El ginecólogo obstetra ¿Miguel como está? Muy bien y tú, según veo en el monitor, lista para parir, me responde. ¿Cómo? esto estaba programado, pero yo no sentía dolores, que era lo que esperaba, si llegaba el momento. Yo primeriza con un ser dentro que nunca se puso en posición, no lograba entender que la sensación de presión en el abdomen era producto de las contracciones. Así que el #bebe ya estaba listo para salir.

¡Ahí vamos, ginecólogo, esposo, enfermera, anestesista y yo!

Yo mirando al techo, de lo más simpática y bromista con todos. Se abren las puertas dobles de la sala de operaciones. Colocan la división que es como un telón para que no mire mis tripas cuando me corten. Miro la lampara del techo en la sala y fue el momento en el que más miedo he sentido en mi vida. Dentro de la tertulia de todo el corillo el doctor me miró y dijo, un momento y me pregunta ¿estas bien? De seguro notó el cambio en mi semblante por lo espantada que estaba. Me tomó de las manos y dijo "Dios está con nosotros y todo estará bien. ¡wow! estas palabras me tranquilizaron.

Llegó el anestesiólogo me pone de lado, me pregunta mi nombre una vez, dos veces, me espeta la aguja y le digo, crees que no sé qué intentas distraerme, ¿sabes que? lo lograste, no sentí nada, él sonríe y confirma que la anestesia haya hecho su efecto y no sienta nada de la cintura hacia abajo. Todo listo, me ponen la mascarilla de oxígeno y comienza el show. ¿Qué show? si yo no veía nada, pero mi esposo si y hasta con la cámara en mano estaba emocionado mirando el documental del nacimiento de nuestro primer hijo.


Olor a quemado y más olor a quemado.

¿Y el picnic dónde es? ¡oh! si soy yo, me están cortando con láser y huele a carne quemada. Sobre mi cabeza una chica simpática pasaba su mano por mi cabeza, de vez en cuando la miraba y le decía que no podía respirar y que quería vomitar. Me exigieron ir en ayuno, pero hai estaba yo vomitando yo no sé qué ¡wakala! Mi esposo se asoma en ocasiones para asegurarse que yo estaba bien o por lo menos que estuviera a salvo.

Se pasa al lado derecho de la camilla el ginecólogo para empujar al #bebe que rehúsa salir de mí. Ya sé que salió todos lo dicen, pero no siento nada ni escucho nada ¿Qué pasa? que momento de tanta angustia. Si, si, si lloró o mejor dicho gritó. Así húmedo y sucio me lo enseñan, es mi #bebe, salió de mí y está bien. Bienvenidas las #lagrimas de #felicidad.

Fecha: 10 de abril de 2013
Hora: 9:41 am
Peso: 6 libras y 8 onzas
Largo: 18 1/2 pulgadas

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